Analía Spratte

Empecemos por el principio, dícese del amor propio:

“Sentimiento de vivo afecto consideración y estima que una persona siente por ella misma y por la cual espera ser considerado y estimado por los demás.”

La aceptación de los sentimientos que tenemos por nosotros mismos, hacia nuestro físico, personalidad, carácter, actitudes y comportamientos.”

Para mi gusto ambas definiciones son interesantes, pero en mi concepción de Amor Propio, algo defectuosas, sin ánimo de ofender a Google ni a Wikipedia.

Sutilmente aparecen e itálica las partes que retocaría de ambas definiciones, que además, uniría en una sola. Conforme sigo, vas a entender de que va el amor propio que en i definición es saludable.

No nacemos con amor propio, por la sencilla razón de que cuando nacemos no sabemos ni siquiera que somos otro ser diferente al que nos parió. Es decir, a los humanos nos lleva una parte de nuestro primer semestre de existencia caer en cuenta que no somos un todo con nuestra madre. Si a eso le sumamos que no podemos valernos, más sólo que nuestro cuerpo se exprese naturalmente para expulsar lo que necesite expulsar, pues por nuestros propios medios lo único que podemos hacer es interactuar mecánicamente con el aire que entra y sale de nuestro sistema respiratorio. Excepto por el aire, todo lo demás depende de otro. Entonces… también el amor.

El ser humano necesita al nacer y durante sus primeros años  de vida, que otro abastezca sus necesidades básicas e  indefectiblemente tener contacto físico con otro ser humano para sobrevivir . Está comprobado, que  un bebe que recibe cuidado (techo, abrigo, comida,  y cuidado) sin no tiene contacto físico con otro ser humano, puede desarrollar enfermedades físicas o mentales incluso morir , como relatan algunas investigaciones. (*)

Hasta acá no he hablado de amor,  de ese sentimiento que crece, se multiplica y mueve montañas, y es porque a amar hay que aprender, como hay que aprender a caminar.

Claramente si estas leyendo sobre amor propio sin duda, la menos algo de amor tuviste y algo del amor aprendiste ,para bien o para mal lo suficiente como para que el tema despierte tu curiosidad, no importa la razón , bienvenido sea siempre aprender sobre el amor.  

Tengo buenas noticias para darte: El amor propio se aprende más tarde o más temprano, amarnos no es una utopía, es una destreza.

El amor propio es un ingrediente muy importante para gozar de bienestar psicológico  y para habitar una mente sana. Como toda destreza y habilidad, hay un componente de este aprendizaje que tiene que ver con el maestro, quien o quienes nos enseñan a amar, son justamente las primeras personas a las que empezamos a amar en este intercambio básico que se va complejizando a medida que crecemos y en este vínculo de amor, es donde vamos aprendiendo a amar, que hacer y que no hacer para sentirnos más amados, en los términos en que el vínculo, los participantes y el entorno nos van mostrando cómo es, cómo se hace, que está bien, que está mal, hasta dónde, cómo y cuándo… para ponerlo claro, amamos como aprendimos :viendo, viviendo y sintiendo, desde la suficiencia y la carencia, desde la consideración hasta la indiferencia, desde lo recibido a lo exigido,  de lo justo a lo injusto, sin que nosotros, niños para esos momentos, pudiéramos siquiera tener idea, de si esa forma de amar y relacionarse era sana para nuestro ser, menos que menos imaginar que impacto podría tener a largo plazo en nuestra psiquis y bienestar.

Hoy somos cada uno el resultado de nuestras propias vidas, y somos sin lugar a dudas, lo mejor que podemos ser hasta este preciso momento.

Es por esa razón que necesitamos estar conscientes de la importancia del autoconocimiento, del desarrollo personal, de lo fundamental de aprender  de auto-indagarse, de mirar bien como somos hacia afuera con el mundo que nos rodea y ciertamente de ejercitar regularmente esto de amarse a sí mismo, porque suena muy lindo, pero para amarse hay que saber aceptarse, y no todo lo que somos nos gusta, ni todo lo que hacemos está bien, ni se trata de ir por la vida mirándose el ombligo.

Para concluir hoy con el tema, porque hay muchísimo para hablar y por hacer, me gustaría que te quedes con un concepto  fundamental sobre el amor propio que es simple de entender, un poco más difícil de ejercer, pero como suelo decir en mis cursos y a mis clientes:100% alcanzable

Esta destreza de amarse a si mismo que afecta nuestro bienestar, es la forma en que logramos afirmarnos ,el anclaje que deberíamos estar buscando regularmente porque es desde donde podremos proyectarnos hacia afuera y hacia los demás, es donde se genera la energía que nos hace mover y desenvolvernos, entre otras cosas garantiza por ejemplo que busquemos una vida saludable, conectada con la madre naturaleza, que elijamos mejor a las personas que conforman nuestra vida,

Implica además que podamos enfrentarnos con mejores recursos a cualquier desafío, sea grande o pequeño.

El amor propio es un estado mental y emocional en el que estamos a contentos con ser la persona que somos,  en el que nos sentimos a gusto con nosotros mismos, no es un estado para idealizar, ni utópico, es un estado para perseguir, y 100% alcanzable a partir que entendemos que depende de nosotros mismos dejar de limitarnos y aceptarnos, como decía Carl Rogers, la curiosa paradoja es que cuando acepto como soy, entonces puedo cambiar.”

Si quieres fortalecer tu amor propio puedes empezar con un pequeño paso y es aceptar que no todo puede ajustarse a lo que pensas que necesitás, y que algunas veces revisar las expectativas es  un paso crucial para avanzar.

Por otro lado, hacer consciente que no es posible dar lo que no se tiene, entonces  , es necesario aprender a amarse para poder ofrecer amor un amor más auténtico y significativo .

Yo me quiero hasta el infinito… y más allá

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Espero haber colaborado contigo con este sincero aporte.

Gracias por leerme,  

* A mediados del s. XIX miles y miles de bebés morían en los hospicios de todo el mundo a causa de una enfermedad que se denominó El Marasmo. En aquella época el Marasmo en instituciones se daba sobre todo a partir de los 6 y 9 meses de vida. Bebés aparentemente sanos, entraban en un estado de depresión, dejaban de mantener contacto visual, de alimentarse, de comunicar, hasta que «la enfermedad» les llevaba inevitablemente a la muerte. Para más información buscar  Rene Spitz. Experimentos de Harry Harlow. Investigaciones de Henry Chopin.